Los años verdes
Los años verdes (Ao no Jidai 青の時代) es la última novela que he leído del autor japonés Yukio Mishima. La verdad, no sé la relevancia o popularidad que tuvo este autor en su época en Japón, pero por las referencias que pueden encontrarse en unos libros de otros me hacen pensar que tenía su público. Una pena que a día de hoy no se encuentre entre los habituales de los clásicos de la literatura. Parece que siempre pasa lo mismo, Asia está muy lejos para algunas cosas y aquí sólo se conoce ‘El arte de la Guerra’ de Sun Tzu y de pasada.
Llamadme pesado, pero yo vuelvo a reclamar que escritores como Yasunari Kawabata o este, Yukio Mishima, deben ocupar el puesto que se merecen en la cultura literaria general, con el objetivo de quitar de la mente de muchas personas el pensamiento de que en Japón llevan arrastrando el mismo estilo de vida desde que en 1603 se instaurara el período Edo. Ya sabes: honor, suicidio mediante harakiri (Harakiri Jisatsu) 腹切り自殺, samurái y, recientemente, resulta que es que no lloran.
Tras este kôhyô (proclamación 公表) –sí, esto va a ser una clase de japonés velada- tengo que decir para empezar a hablar del libro que me ha gustado, que parece una introducción muy simple pero que se olvida en ocasiones entre la crítica o el halago. La primera parte, mientras el protagonista, Makoto Kawasaki (河崎真琴), es un niño, guarda bastante parecido con el estilo de escritura que se mantiene en toda la novela en ‘Confesiones de una máscara’, del mismo autor. Recordemos que aquella obra era autobiográfica y supuso un acto de valentía por parte de Yukio al escribir de forma completamente abierta de su homosexualidad. El narrador-personaje, cuenta cómo fue su infancia desde el punto temporal en que termina la novela y con el registro que conserve en ese momento, en vez de adaptarse al de un niño.
En aquel libro el niño era un chico pequeño y enfermizo, mientras que aquí es un chico influenciado por su padre, que sin saberlo está creando una persona reprimida, que se vengará de la sociedad para vengarse de su padre. ‘Confesiones de una máscara’ se basaba más en la represión impuesta por la sociedad frente a la homosexualidad, Makoto, sin embargo, no está limitado por nada. El punto común de ambos es que los protagonistas entran en una espiral de auto-destrucción y decadencia en el estilo narrativo (en el estilo, que no en los ambientes), un descenso a los infiernos que el propio Yukio Mishima pareció vivir en el final de su vida, que no sé si puede catalogarse de trágico, pero está cerca.
La edición que he conseguido es la de la colección de obras clásicas en edición de bolsillo que lanzó Alianza editorial. Quizá algo lacónico en cuanto a la calidad del material de la cubierta, pero que compensa por el precio y (para mi gusto) por la calidad del papel y maquetación. No es papel Biblia, pero tampoco esperes encontrar una edición como las del Taller de Mario Muchnik de clásicos rusos. Además, personalmente me gustan las ilustraciones de las portadas como la de la edición de las narraciones extraordinarias de Edgar Allan Poe, que actualmente es la edición más común de esta obra.
Pasando al libro en sí, la narración avanza a un ritmo constante aunque un par de elipsis poco marcadas dan la sensación de que en vez de más de 30 años, los acontecimientos abarcan 5 o 6 años. Los ambientes en que se desenvuelven los personajes son represivos (de nuevo) para Makoto: su ambiente familiar, la universidad de Tokyo (東京 大学), con personajes que emplean un registro formal, matizado con los sufijos de japoneses de tratamiento: -san, -kun, -chan, -sensei (ーさん、ーくん、ーちゃん、ー先生) que se han respetado en la medida de lo posible por los traductores, Rumi Sato y Carlos Rubio. Después se pasa a un registro algo más popular cuando se forma la Compañía Taiyo, aunque el cambio no se aprecia en exceso porque el peso de la narración lo llevan entre el narrador y el pensamiento de Makoto. Como cuando no estamos en la mente del protagonista estamos en un escenario real, en Tokyo sobre todo, se pueden encontrar muchas referencias a la cultura popular japonesa, sobre todo literatura, que ayuda a aumentar el realismo de los escenarios y la época. Aquí estas referencias nos pillan bastante perdidos, así que nos sirven como recomendaciones de qué libro japonés leer cuando acabemos este. Entre estos, se hace mención a la novela Konjikiyasha, escrita por Ozaki Kôyô (尾崎興陽), que cuenta una historia muy parecida a la de la 2ª parte de ‘Los años verdes’. La ficción se mete en la realidad, la envuelve y rasga el tejido de la narración. Esa mención que parece de pasada y sin mayor importancia, acaba alternando el final y sentido de los últimos compases de la novela.
El final mantiene el tono decadente de la obra, pero con un giro interesante por el cambio en la relación entre el protagonista y otro personaje, se demuestra que las motivaciones de Makoto no han variado un ápice.
La obra es interesante para iniciarte en la literatura japonesa (los sentimientos que causan narración y no al contrario), continuar la obra de Yukio Mishima o encontrar una novela decadentista bastante profunda en cuanto a pensamientos y motivaciones de un personaje, contada en forma de biografía.
Hablando de biografías, voy a continuar con la de Aléxei Fiódorovich Karamázov
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