Dublineses (Los muertos)


Título: Dublineses (Los muertos)
Título original: Dubliners (The dead)
Director: John Huston
Año: 1987
Duración: 81 min.

Esta película, célebre por ser el testamento cinematográfico de John Huston, supone además una de las mejores opciones para introducirte a James Joyce al reflejar al milímetro el realismo que empapa las hojas de la colección de cuentos 'Dublineses'. Por lo menos a mí me está ayudando para ponerme en situación antes de meterme el 'Portrait Of a Young Artist', clave si luego uno se pretende sumergir en el autoimpuesto periplo de leer 'Ulyses' tal y como salió de la cabeza de Joyce.

La película está basada en el cuento 'Los muertos', del anteriormente citado 'Dublineses'. El día de Epifanía de 1904, como cada año, un grupo de familiares y amigos celebran una fiesta en casa de Julia y Kate Morkan. Entre las historias de cada uno de los invitados (El borracho, la fanática irlandesa, el viejo cínico, etc.) destaca el sobrino de las anfitrionas, Gabriel, que llega a velada nervioso por un discurso que como cada año tiene que dar al término de la cena. Al final de la noche, cuando casi todos se han ido, se escucha una antigua canción de amor, que afectará profundamente a la mujer de Gabriel, Gretta. De vuelta en el hotel donde se alojan, Gretta confesará que la canción le ha recordado a un joven, Michael Furey, del que estaba enamorada y cuya muerte le atormenta. Gabriel, impotente, solo puede quedarse mirando la nieve, que cae sobre su casa, sobre los lagos, sobre los castillos y sobre la tumba de Michael Furey por igual.

El resumen de qué quiere transmitir la historia, por tanto la película y por último John Huston, que rodó la película ya en silla de ruedas y con una máscara de oxígeno, está recogido en ese último e impresionante monólogo de Gabriel. Cada persona sigue su vida desde su propio espectro, y eso bloquea cualquier posible intromisión de otra persona. Por ejemplo, el momento en que suena la canción, Gabriel ve sólo a su mujer, de la que está profundamente enamorado. Ella, por supuesto, recuerda toda la historia de Michael Furey, y ni se le pasa por la cabeza pensar que su marido existe, ese hombre que se encuentra al pie de las escaleras.

Estos matices, serían imposibles sin la interpretación de los actores, que se aferran a su papel y lo conducen con la naturalidad y elegancia con la que uno interpreta ante los demás según la imagen que quiere aparentar ante ellos. Es curioso ver en los planos que se centran en los invitados bailando el peso que tienen los personajes. Peso literal. Incluso cuando Gretta se aleja bailando, no la pierdes de vista, sin necesidad de focos ni de que otros actores manchen el fondo.

Muchos críticos dicen que ésta es la mejor película de los años 80. No sé si estoy de acuerdo, es decir demasiado, pero desde luego es una de las que hay que ver casi obligatoriamente. Mandadlo en los colegios leer este cuento, así cuando los alumnos se vean la película para sacar el examen al menos verán algo que merece la pena (seguro que también funciona al revés).

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