Creep (reseña)



Repasando un poco las entradas del blog, me he dado cuenta de que nunca he escrito una reseña de una película de terror, mi género preferido. Mi sospecha es que veo tantas de estas películas que nunca me he detenido a hablar sobre una en concreto. Voy a hacer una excepción —espero que suponga el comienzo de un hábito— con Creep.
Antes que nada, Creep es una película que me alegro de que no me vaya a tocar jamás traducirla porque el título es un horror. Es uno de esos conceptos que tienes en la cabeza porque has aprendido su significado en contexto y nunca has pensado en su equivalente.
Es, además, una de las mejores películas de bajo presupuesto que he visto. Sigue la estructura de otras como El proyecto de la bruja de Blair, el ya muy extendido metraje encontrado —después de decir que me costaría traducir creep tengo que poner algo así o no me contratará nadie— pero con un tono más verosímil.
Cuenta la historia de Aaron (Patrick Brice) que acepta un trabajo listado en una página de contactos. El trabajo consiste en pasar un día grabando el día a día de un desconocido, Josef (Mark Duplass). Este hombre le dice que tiene cáncer y que quiere tener un vídeo suyo para que cuando ya haya muerto su hijo pueda conocerle gracias a él. 
Josef es el típico desconocido que consigue ser aterrador y al mismo tiempo no ser inmediatamente peligroso como para poder llamar a la policía cuando te abraza.
Uno de los grandes triunfos de Creep es que consigue funcionar sin necesidad de un decorado especialmente terrorífico y en la ausencia total de una banda sonora. El ritmo de la película está muy bien medido teniendo en cuenta que gran parte de los diálogos son improvisados.
Se dice que lo más difícil es hacer reír (o llorar, o hacer pasar miedo, según la película que se quiera promocionar) pero en este caso toda reacción del público se consigue gracias al talento de los actores y el director. Consiguió asustarme sin un gran despliegue de medios frente al fracaso de otras franquicias como la tercera entrega de Insidious.
Es toda una experiencia; alguna de las escenas más extravagantes (las de Peachfuzz sobre todo) siguen en mi cabeza días después de verla. Os animo a que la veáis, aunque sea por curiosidad merece la pena ver lo que se puede conseguir adaptando una idea a un proyecto con pocos recursos. 

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