Los hermanos Karamázov - I



Abarca desde el prólogo hasta el final del primer libro de la primera parte.

La literatura se ha desarrollado con la historia, adaptándose a ideologías y estilos de ese determinado tiempo o incluso creando corrientes que cambiaron las pautas de la sociedad más allá del contexto literario.

En todo este largo recorrido se han cultivado infinidad de géneros, autores, y personajes destinados a un público también cambiante. Son los libros que, por características de los elementos que conforman el total de la obra, consiguen permanecer imperecederos al paso del tiempo, los que son considerados obras maestras o clásicos. Novelas que consiguen despertar en el lector los mismos sentimientos que el día de su publicación.

Incluso entre estas obras maestras se encuentran diferencias dependiendo del género, del estilo y, quizás el rasgo que puede resultar más llamativo, del país de origen. La literatura de cada país tiene un color, una textura característica que al igual que el tipo lienzo escogido siempre por un pintor, no es el factor más determinante, pero sí una marca distintiva.
Así la novela japonesa se mueve a base de sentimientos y sensaciones que desencadenan acciones; lo contrario que en la española o francesa. Y para definir la rusa, habrá que terminar a terminar esta obra.

Es difícil escribir sobre un libro y un autor tan importantes, por lo que lo único que voy a hacer es escribir lo que leo. No podría llamar a esto reseña, desde luego se me queda demasiado grande y demasiado lejano, pero creo que es la mejor forma de reflexionar acerca de lo que he leído en vez de quedarme simplemente con lo que dice, lo que quiere decir y el estilo. Esto me lleva a otra cuestión: ¿hasta qué punto una reseña puede ayudar a una persona a decidirse por comenzar una obra, tanto libro como película, serie o lo que sea?
En un artículo completo, tal vez sólo un tercio sirve para dar la información suficiente para el futuro espectador. El resto para esa persona son palabras vacías. Sin embargo, cuando ya has disfrutado de la obra, tanto para el que escribe la reseña como para el que la lee, sirve para dar otra dimensión de profundidad, descubrir lo que no he visto la primera vez. También tiene un punto egoísta: disfrutamos cuando el crítico también ha tenido la misma opinión que tú respecto a algo, o nos resultan incomprensibles las razones de otros para alabar una novela, por ejemplo, a la que sólo vemos taras. Esto último me ha pasado por última vez con ‘El tiempo entre costuras’, pero queda para otro momento.

Luego estamos los que hablamos (o escribimos como es el caso), no exactamente sin conocimiento, pero con poca experiencia. Ese es el problema: normalmente una reseña se estructura comparando lo que has leído con el exponente de ese género o estilo, pero ¿y si lo que se reseña es ese exponente? Hay que ser excesivamente meticuloso o reflexionar sobre lo que te dice esa obra. Así, el resultado será una reseña pura, aunque incompleta por la falta de conocimientos que la propia obra otorga.

No voy a calcular cuantas entradas ni cuánto tiempo voy a tardar en hablar de todo el libro, pero tampoco voy a publicarlas todas seguidas. Con este ‘trabajo’ podré enfrentarme a otras obras que ahora mismo se me quedan grandes, como me pasó con ‘Metrópolis’, y así recuperar el ritmo y estructura del blog (las 250 películas) más las entradas de otras temáticas.
¡Aprendamos con ‘Los hermanos Karamázov’!

La novela comienza con la descripción de la misma, una descripción mentirosa por atreverse a adivinar una continuación que ni siquiera se escribió. Nos explica que va a hablar de Alexéi Fiódorovich Karamázov y, como ocurre cuando cuentas una historia a otra persona, se disculpa por desviarse del tema principal para contarnos los acontecimientos que le rodean. Tras este prólogo empieza el primer libro de la primera parte, que nos hablará de la familia hasta la reunión de Вратя  КарамазовЫ (Bratia Karamázovi, Los hermanos Karamázov).
El tono del relato nos sugiere una breve exposición de los hechos, y sin embargo, se narra su vida completamente hasta ese punto, con los detalles que caracterizarán a los personajes e incluso la aparición de algunos personajes secundarios con una personalidad muy marcada (genial personaje el de la generala con la que vivía Sofía Ivanovna y que cruza la cara a Grigori cuando va a por Iván y Aliosha).

Empecemos a hablar del padre, Fiódor Pavlovich Karamázov. Me recuerda bastante a Monsieur Thenárdieur, pero este no huele a historia de, valga la redundancia, miseria de ‘Los miserables’, de persona cruel que hace lo que hace porque es la única forma (y la más sencilla) de seguir con vida en un ambiente hostil. No, este hombre huele a habitación mal ventilada. Fiódor Pavlovich también se desentiende de sus hijos, y cuando muere su mujer está demasiado borracho como para que le importe. Sin embargo, que estos actos horribles no tengan un porqué claro detrás añaden un punto de mayor de crueldad y que, en un momento dado, pueda conmoverse frente a una petición de sus hijos, lo que, en resumen, conforma un personaje más complicado.
Aunque lo que nos están contando de él es horrible, no se le juzga en exceso; y es que Dostoyevski creó un narrador que, a pesar de no ser un personaje implicado en la historia directamente, habla de lo que le parece oportuno. Y en este caso no se trata de hundir en la miseria a Fiódor Pavlovich más de lo que ya de por sí le degrada contar su vida, sino de engrandecer la figura de su hijo Alexéi Fiódorovich Karamázov (según la nota del prólogo).

Siguiendo con el relato de la vida del padre se van presentando a los hijos. Primero a Dmitri Fiódorovich Karamázov, el más mayor de los hermanos y primero en contactar con su padre, como si albergara alguna esperanza de que éste bata a hacer lo correcto. Hasta donde he llegado a leer no he encontrado nada verdaderamente relevante de Mitia (diminutivo de Dmitri) o de Iván porque no son el objetivo del narrador, pero se describirán a través de lo que hacen.

No pasa lo mismo con el 3er hermano y protagonista de esta supuesta biografía: Alexéi Fiódorovich, que se nos describe de un color blanco impoluto, pero con forma terrenal. No participaría jamás en un acto impuro (al menos por ahora, en más de 1000 páginas pueden cambiar las cosas) pero tampoco juzga o censura a nadie por hacerlo. El personaje del starsti Zosima sirve de apoyo a Alexéi, que de otra forma sería sólo un santurrón entre miserables.

Poco más de momento. La reunión de los hermanos se va a celebrar y a saber qué pasará, pero lo más llamativo de esta introducción es que ha conseguido relatar el nacimiento de una familia en menos de 70 páginas, sin dar la sensación de llevar un ritmo muy acelerado, y utilizando para ello un estilo de biógrafo entusiasmado con el objeto de su obra y narrador sencillo, de relato hablado.
Aquí el fast-forward se detiene y empieza el ritmo narrativo normal, que da la sensación de que puedes contar los minutos que han pasado en la historia en cada hoja.

Comienza el segundo libro y, aunque sabemos que no es verdad, apetece dejarte engañar. Si Dostoyevski pretende que esto es la biografía de Alexéi Fiódorovich Karamázov, hijo de Fiódor Pavlovich, si sigue escribiendo así, habrá que creerle.

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